Por Nana Soares
Traducción: Akahata
En julio de 2022, publicamos un texto que trabajaba y contextualizaba las directrices adoptadas entonces por la Federación Internacional de Natación (FINA) para prohibir la participación de mujeres trans en las competiciones de los distintos deportes que alberga. Como destacamos en el artículo, el control y vigilancia sobre género en el deporte no es un debate nuevo, pero se ha intensificado y adquirido nuevas formas en los últimos años: hoy se centra obsesivamente en las personas trans, una ofensiva que conforma el escenario más amplio de las ofensivas antigénero. Después de casi un año desde que se publicó el texto, el escenario se ha vuelto más complejo. La decisión de la FINA resultó ser, de hecho, un hito que motivó a otros deportes a cambiar sus reglamentos a nivel nacional e internacional. Además, hoy en día la ofensiva antitrans ya no se limita a los deportes de alto rendimiento, sino que también abarca competiciones amateurs y escolares. Estos desarrollos hacen necesaria una actualización.
Un análisis retrospectivo muestra que, en el contexto de los deportes de alto rendimiento, la decisión del Comité Olímpico Internacional (COI) de liberar a cada federación para definir sus propias reglas sobre el tema fue muy desfavorable para les atletas trans. A partir de este incumplimiento, varias federaciones deportivas, especialmente de deportes individuales, publicaron nuevas reglas de exclusión. No es exagerado, por cierto, interpretar la descentralización promovida por el COI como una forma de “lavarse las manos”, una estrategia utilizada para sacar al COI del protagonismo. A partir de ahí se desencadenó una avalancha de “análisis” realizados por otras federaciones, que aún continúan, con nuevas deliberaciones prácticamente todos los meses. Y estas decisiones de exclusión, cuando se definen para competiciones internacionales, tienden a ser seguidas por organismos nacionales similares; esta transposición fue especialmente llamativa en el Reino Unido.
Además de los cambios normativos adoptados en el ámbito del deporte de alto rendimiento, se multiplica el número de proyectos de ley que quieren prohibir a las personas transgénero -especialmente niñas y mujeres- practicar deporte amateur o escolar. Estas normas también se multiplican con más fuerza en Reino Unido y Estados Unidos, países donde, como es bien sabido, la ofensiva antitrans se ha amplificado exponencialmente en los dos últimos años. Pero en Brasil y Australia también proliferan proposiciones legislativas similares.
El argumento central de estas nuevas normas y propuestas legislativas, tanto para el deporte amateur como para el de alto rendimiento, gira en torno a una supuesta ventaja competitiva de les deportistas trans en relación con les cis. Por ello, las restricciones y barreras impuestas a les deportistas trans se multiplican en nombre de la “preocupación por la igualdad de condiciones”, la “justicia” o la “inclusión de mujeres y niñas en el deporte”. Estas decisiones, sin embargo, no están guiadas por evidencia científica sólida. De hecho, desde el año pasado las políticas restrictivas han comenzado progresivamente a despojarse de la necesidad de “pruebas”, convirtiéndose, muchas veces y explícitamente, en una mera cuestión de “opinión”. Echemos un vistazo más de cerca a las complejidades de estos entramados.
Federaciones deportivas y deporte de alto rendimiento
Hasta 2015, el Comité Olímpico Internacional determinó que las personas trans que quisieran competir de acuerdo con su género (autodeclarado) debían someterse a una cirugía de reasignación de sexo. Entre 2015 y 2019, la atención se centró en la concentración de testosterona en la sangre de estos atletas (con un límite máximo de 10 nanomoles por litro de sangre).
En 2019, World Athletics, que regula el atletismo, actualizó sus directrices, reduciendo la concentración máxima de testosterona permitida en mujeres (de 10 a 5 nanomoles por litro de sangre), una regla más restrictiva que la del propio COI pero que, curiosamente, solo era válido para distancias de entre 400 y 1500 metros. Su efecto más conocido fue la exclusión de Caster Semenya y otras dos atletas namibias de los Juegos Olímpicos de Tokio. Ninguna de ellas es una persona trans.
Dos años después, en noviembre de 2021, el Comité Olímpico Internacional actualizó sus lineamientos sobre la elegibilidad de personas trans e intersex, dando autonomía a cada federación para decidir en base a evidencia científica, pero prohibiendo las pruebas ginecológicas a les atletas. En su momento, el COI reforzó que la presunción básica es que no debe haber ventaja competitiva, y no la inversa. Es decir, la evidencia debe usarse para probar que realmente existe alguna ventaja injusta e inevitable.
Sin embargo, a raíz de las victorias de la nadadora estadounidense Lia Thomas, quien a principios de 2022 se convirtió en la primera atleta trans en ser campeona universitaria en la prueba de 500 yardas, la Federación Internacional de Natación (FINA) anunció, en junio, la decisión de prohibir la participación de mujeres trans en competencias de alto rendimiento. Como explicamos en su momento, la directriz no prohíbe explícitamente a las deportistas trans, pero acaba teniendo este efecto ya que solo permite su participación en categorías femeninas si han iniciado la transición hasta los 12 años, límite muy por debajo de lo que permite la legislación vigente. Para “solucionar” esta exclusión, FINA propuso la creación de una tercera categoría “abierta” para personas trans.
Si World Athletics ya había causado polémica dos años antes, la decisión de FINA es el punto de inflexión con respecto a las restricciones impuestas a atletas trans. Como FINA es una importante federación de deportes tradicionales, su política ha influido en varios otros deportes. En la misma semana de publicación, por ejemplo, FIFA, World Athletics, la Federación Internacional de Hockey, la Federación Internacional de Canotaje y World Thriatlon anunciaron que revisarían sus reglas y, al hacerlo, el presidente de World Athletics elogió públicamente la decisión de la FINA . Las restricciones se adoptaron en los meses siguientes, lo que llevó al propio COI a actualizar su posición a fines de 2022, enfatizando que las federaciones también deben tener como parámetro la inclusión de atletas trans, y no solo un criterio de “justicia para las mujeres”.
Ciclismo
El mismo mes de la decisión de la FINA, la Unión Ciclista Internacional (UCI) endureció las reglas para la participación de atletas trans en campeonatos de alto rendimiento, reduciendo a la mitad el nivel máximo permitido de testosterona y requiriendo al menos dos años de niveles bajos de testosterona. Meses antes, la ciclista trans inglesa Emily Bridges había sido declarada “no elegible” para los campeonatos nacionales británicos por la UCI, y la federación británica prohibió a las mujeres trans en los campeonatos de alto rendimiento. El tema volvió a aflorar en 2023 con la victoria de una atleta trans estadounidense, Austin Killips, en un torneo. Como destacó el periodista Demétrio Vecchioli, cuando une atleta trans gana una competencia, el tema siempre resurge en la UCI. Aunque cambió sus lineamientos en junio de 2022, volviéndose más restrictivos para les atletas trans, el organismo está considerando hacerlo nuevamente.
La situación sigue en desarrollo a nivel internacional, pero la federación británica anunció, a fines de mayo, que las personas trans y no binarias podrán competir en una categoría “abierta”, que incluye a hombres cis. O, dicho de otro modo: están vetadas de la categoría femenina.
Rugby
También en junio de 2022, la Liga Internacional de Rugby (IRL) prohibió a las jugadoras transgénero participar en competiciones internacionales “hasta que la organización realice una investigación que permita una política formal de inclusión transgénero”. Por lo tanto, la determinación contradice la orientación del COI de que la exclusión solo puede tener lugar si ya hay investigaciones que demuestren que es necesaria.
El mes siguiente, en julio, dos análogos británicos de la IRL [la Rugby Football Union (RFU) de Inglaterra y la Rugby Football League (RFL)] recomendaron que sólo las “jugadoras designadas como mujeres al nacer” pudieran jugar en la categoría femenina. La RFU agregó además que la medida era una “precaución” hasta que los datos revisados estuvieran disponibles. A principios de 2023 fue el turno de la federación escocesa (SRU) para prohibir a las mujeres trans de las categorías de mujeres, una política que, según la SRU, se actualizará anualmente y con cada nueva evidencia científica. Los hombres trans, por otro lado, pueden participar en categorías masculinas siempre que su club realice y entregue una “evaluación de riesgo”.
Triatlón
Mientras el máximo organismo internacional del deporte reevaluaba sus lineamientos, la Federación Británica de Triatlón prohibió, en julio de 2022, a las atletas trans competir en las categorías femeninas y creó una tercera categoría “abierta”. La restricción es válida tanto para el deporte profesional como para el aficionado y se extiende a cualquier extranjera que quiera participar en una categoría femenina en el país. La triatleta trans Chris Mosier señaló en su momento que ninguna mujer trans ha competido jamás en triatlones de alto rendimiento en ningún país. Y que, por tanto, la prohibición de las mujeres trans no se enfrenta a un problema real, sino que es pura discriminación.
Finalmente, en agosto, World Thriatlon terminó su revisión. La nueva política para deportistas trans en categorías femeninas exige una concentración de testosterona de hasta 2,5 nmol/l de sangre durante al menos dos años. Además, la última competencia de la atleta en categoría masculina debe haber sido hace al menos 48 meses.
Remo
La regla actual para el remo a nivel internacional es que las deportistas trans pueden participar en las categorías femeninas si la concentración de testosterona en sangre no ha superado, en los últimos 12 meses, los 5 nanomoles por litro. En la Federación Británica de remo, el límite permitido es la mitad (2,5 nmol/l). Y en octubre de 2022, el director de la federación británica recomendó al organismo internacional de Remo (World Rowing) que siguiera el mismo camino que la FINA y creara también una categoría “abierta” para atletas trans. La representación británica está tan decidida a seguir el camino de la FINA y prohibir la participación de las mujeres trans que llevó el asunto a votación entre sus miembros en mayo de 2023. Sin aportar nuevas pruebas, pidió a sus 31.500 miembros que decidieran si la política actual debería ser mantenida o cambiada para que “sólo compitan en la categoría ‘femenina’ las atletas que fueron declaradas mujeres al nacer”. El resultado no trajo cambios inmediatos, pero la federación tampoco descartó cambios al final de la temporada.
Atletismo
La decisión de la FINA también alentó a la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo (World Athletics) a revisar su política sobre el deporte femenino y la participación transgénero, con vistas a endurecer las reglas. Anunciada en marzo de 2023, la nueva directiva del organismo prohíbe efectivamente a las atletas trans de las categorías femeninas de alto rendimiento y limita los niveles de testosterona a 2,5 nmol/l, la mitad de lo que estaba permitido anteriormente. No solo las atletas trans, sino cualquier persona con “diferencias en el desarrollo sexual”, como las personas intersexuales, también deberán mantener este límite durante un mínimo de 24 meses antes de la competencia, que es el doble del límite anterior. Y si antes las limitaciones se aplicaban a distancias de 400m a 1500m, ahora son válidas para todas las subcategorías.
Natación
Tras la decisión de la FINA, la federación inglesa de deportes acuáticos anunció en abril de 2023 que, en natación, natación artística, clavados, clavados y waterpolo, sólo podrán competir en las categorías femeninas las atletas “designadas como mujeres al nacer”, y que crearía una tercera categoría para atletas que son trans, no binaries o “hombres asignados” al nacer. Las reglas entran en vigor en septiembre y permiten, sin embargo, que, en el deporte amateur, les atletas puedan autoidentificarse.
Ofensivas legislativas: Estados Unidos y Reino Unido
Los movimientos de las federaciones deportivas muestran la intensificación del debate en el Reino Unido y la tendencia a restringir la participación de deportistas trans, reflejando el clima político del país donde las ofensivas antigénero y, en particular, antitrans, han ganado cada vez más visibilidad e impacto. En abril de 2022, el exprimer ministro Boris Johnson declaró que “los hombres biológicos no deberían competir en eventos deportivos femeninos“. La autodeterminación de las personas trans también fue decisiva en la renuncia de la primera ministra de Escocia, Nicola Sturgeon, tras la aprobación de la Ley de Identidad de Género de ese mismo país. Esta ley pronto fue amenazada por el nuevo primer ministro del Reino Unido, Rishi Sunak.
Tan pronto como la FINA publicó sus nuevas pautas para los deportes acuáticos, la entonces Secretaria de Cultura del Reino Unido, Nadine Norris, instó a todas las federaciones deportivas del país a seguir la norma. Pero la presión va en ambos sentidos: tanto el gobierno presiona a les mejores deportistas como elles presionan a las autoridades. En enero de 2023, la federación británica de atletismo, al apoyar la creación de una tercera categoría para personas transgénero y la prohibición de atletas de las competencias femeninas, declaró que estaba “atado de manos” para adoptar tal política, ya que esta decisión podría perjudicar el Gender Recognition Act La federación pidió entonces cambios en la legislación para establecer excepciones para el ámbito deportivo. Unos meses después, excluyó a las mujeres trans, ya que World Athletics, el organismo rector a nivel internacional, había cambiado sus pautas.
La situación en Estados Unidos es aún más dramática. Desde 2021, ha habido una avalancha incontenible de ataques legislativos a los derechos trans. Hay más de 500 leyes al respecto. Solo en 2023, hubo 56 nuevas propuestas a nivel estatal y federal que buscaban restringir la participación deportiva de personas trans en deportes amateur o escolares. Ya hay al menos 21 Estados con legislación aprobada en los últimos años.
En el estado de Oklahoma, el gobernador firmó la “Ley de Salvación del Deporte Femenino” cuya semántica recurre a los tropos de “una situación de emergencia en el estado y la necesidad de preservar la paz, la salud o la seguridad pública”. En Kansas, la prohibición de participar en deportes comienza en el jardín de infancia. Como muestra este extenso informe del Huffington Post, estas leyes buscan “abordar” amenazas que en realidad no existen. En al menos cinco de los Estados donde se aprobaron leyes para prohibir que les jóvenes trans compitan en deportes escolares (Idaho, Louisiana, Mississippi, Oklahoma y Virginia Occidental) no hay atletas trans registrades, ya sea en competencias de alto rendimiento o en deportes estudiantiles. . . En Kentucky, sólo había una niña a la que ahora se le prohíbe jugar al hockey bajo la nueva ley. También en Dakota del Sur y Tennessee solo hay una atleta, y en Indiana entre 7 y 9. En Ohio, donde la ley aprobada autoriza el examen genital en atletas de secundaria, solo hay una chica trans compitiendo en deportes escolares.
Uno de los argumentos más reiterados por las voces que defienden los derechos de les deportistas trans es que esta ofensiva no solo afecta a les niñes y jóvenes trans, sino a todes. Sobre todo las niñas, ya que por lo general las prohibiciones y normas están en las categorías femeninas. Un caso absurdo del Estado de Utah ilustra muy bien lo que esto significa: los padres y las madres de las competidores que quedaron en segundo y tercer lugar en un evento de atletismo solicitaron una investigación sobre la niña ganadora porque no parecía ser “suficientemente niña”. Las autoridades que investigaron el caso en secreto [es decir, sin contactar directamente a la familia] tuvieron que “reunir pruebas” a través de registros escolares de que la niña “siempre fue una niña”.
Estas jóvenes y sus familias son quienes sienten los efectos concretos de las batallas políticas y legales que, como en el Reino Unido, tienen una dimensión macropolítica. Los litigios de alto impacto ya llegaron a la Corte Suprema. Como en el intrincado caso del Estado de Virginia Occidental, en el que la familia de una adolescente trans impugnó la ley estatal argumentando la existencia de otras leyes estadounidenses, incluido el crucial Título IX, que prohíbe la “discriminación basada en el sexo” en la educación. Inicialmente, el juez regional del circuito federal se mostró favorable a la adolescente trans, pero luego dio marcha atrás, asegurando la constitucionalidad de la ley estatal. Llama la atención uno de los extractos de su argumento: “reconozco que ser trans es natural y no es una elección. Pero el género de una persona también es natural y dicta las características físicas que son relevantes para el deporte”.
Para no dejar dudas de que el tema es una prioridad para las fuerzas ultraconservadoras y ultraderechistas estadounidenses, la red Alliance Defending Freedom (ADF) participó en este litigio ante la Corte Suprema, así como en un caso similar relacionado con el Estado de Connecticut. En abril, el Tribunal dictaminó nuevamente que la ley de Virginia Occidental no debería aplicarse, pero los jueces conservadores Samuel Alito y Clarence Thomas se opusieron públicamente a esa decisión.
Presionado por esta avalancha, que se da incluso en Estados gobernados por el Partido Demócrata, Biden no podía ignorar el tema. En abril propuso un cambio al Título IX que, sin embargo, fue duramente criticado. Según la propuesta, la exclusión de atletas trans estaría prohibida en las escuelas, especialmente en las escuelas primarias, pero las competencias “avanzadas” gozarían de “flexibilidad” sin que esto esté debidamente detallado. En un artículo en The Nation, Frankie de la Cretaz considera la propuesta una “traición” a la comunidad trans, ya que en realidad permite excluir a les atletas y señala el problema de que las escuelas podrán tomar decisiones de manera autónoma. Agrega que el gobierno incorpora la retórica de los grupos antitrans, que es estigmatizante:
“El segundo punto antitrans en la norma, la supuesta prevención de lesiones relacionadas con el deporte, implica que las mujeres y niñas trans son inherentemente más grandes y fuertes que las niñas cis y que las niñas cis estarán en desventaja si se les permite competir a las niñas trans. No hay evidencia para apoyar esto. Todos los deportes conllevan el riesgo de lesiones, y una chica cis en el campo tiene las mismas probabilidades de ser lesionada por una chica cis más grande que por una chica trans”. En este momento, la propuesta está bajo revisión pública y puede sufrir cambios significativos. Pero no hay duda de que el debate seguirá intensificándose en el país.
En Brasil
Estas batallas legislativas también han llegado a Brasil. Una encuesta de Dani Avelar, de Folha de São Paulo, mostró que solo en la presente legislatura ya había 69 nuevos proyectos de ley antitrans en el país. De estos, 12 se refieren a deportes, con el objetivo de impedir que las personas trans participen en competencias deportivas, bajo la justificación de que las mujeres trans y travestis tendrían ventajas indebidas sobre las mujeres cis porque nacieron con un cuerpo que produce testosterona.
De los 12 proyectos de ley, uno es federal, dos fueron propuestos a nivel municipal y nueve a nivel estatal, y en Minas Gerais hay proyectos en todos los niveles. La mayoría de los proyectos se enfocan en “establecer el sexo biológico” como el único criterio para la “definición de género” de les concursantes. Pero un proyecto en el municipio de São José-SC hablaba explícitamente de la exclusión de cualquier atleta trans de las competencias oficiales. Aunque ya ha sido archivado, es un fuerte síntoma del grado de radicalización que se vive en el país. Otros dos proyectos de ley quieren la creación de una tercera categoría de concurso para trans y travestis, entre ellos el PL 1136/2023 presentado en la Cámara de Diputados.
Como se puede ver, dentro y fuera de Brasil, el escenario ha cambiado significativamente en relación a la inclusión de atletas trans en cualquier nivel de competencia, y no hay indicios de que este crisol de conflictos se apacigüe en los próximos meses. Al contrario: de mantenerse la tendencia, surgirían nuevas restricciones en otros deportes y países, limitando aún más la ya tímida participación de deportistas trans. Es curioso, y no casual, que las llamadas preocupaciones por el deporte femenino sigan ignorando la falta de financiación y la desvalorización del deporte a todos los niveles. Si la valoración y protección del deporte femenino fuera de hecho la raíz del problema, las realidades concretas de las mujeres atletas traerían muchas más preocupaciones y motivos de acción que un viejo pánico moral que ni siquiera se sostiene en el día a día del deporte.
Recomendamos:
How Women’s Swimming Got So Transphobic – The Nation
As elite sports think again about trans participation, our only demand is for fairness – Chris Mosier
Banning trans athletes doesn’t protect anyone – but it will hurt women’s sports – Schuyler Bailar
Soy un atleta trans. Prefiero competir como yo mismo que ganar – Iszac Henig
Patriarchy, not biology, disadvantages cis women in sport – Maysa Pritilata
Anti-trans campaigners can’t be allowed to ban trans kids from playing sport – Verity Smith