por Françoise Girard
Todas recordaremos el momento en que escuchamos la decisión. A las 10:11 de la mañana del viernes 24 de junio de 2022, la. Corte Suprema de Estados Unidos emitió su sentencia en el caso Dobbs v. Jackson Women’s Health Organization. El Tribunal anuló Roe v. Wade (1973) y Planned Parenthood v. Casey (1992), sus propias decisiones que reconocen y reafirman el derecho constitucional al aborto.
Tras la audiencia de Dobbs en diciembre y la filtración del borrador de la opinión del juez Alito el mes pasado, se esperaba este resultado. Pero aun así fue un momento profundamente perturbador y horroroso. Sentí una mano fría que me agarraba el pecho, una terrible sensación de temor. También estaba furiosa. Jodidamente cabreada.
La sentencia va en contra de las tendencias mundiales sobre el aborto: más de 60 países han ampliado el derecho al aborto desde la década de 1990. Las activistas feministas de todo el mundo ofrecieron palabras de apoyo a sus hermanas estadounidenses, pero algunas también expresaron su preocupación de que esto pudiera reavivar las fuerzas antiabortistas en sus países.
¿Qué significa Dobbs para las mujeres de Estados Unidos?
“Hoy en día… [la Corte ] dice que desde el mismo momento de la fecundación, una mujer no tiene ningún derecho del que hablar. Un Estado puede obligarla a llevar a término un embarazo, incluso con costos personales y familiares más elevados”, como escriben los jueces Breyer, Sotomayor y Kagan en su potente disenso. “Cualquiera que sea el alcance exacto de las leyes venideras, un resultado de la decisión de hoy es seguro: el recorte de los derechos de las mujeres, y de su estatus como ciudadanas libres e iguales. Ayer, la Constitución garantizaba que una mujer que se enfrentara a un embarazo no planificado pudiera (dentro de unos límites razonables) tomar su propia decisión sobre si dar a luz o no, con todas las consecuencias de transformación de la vida que ese acto conlleva.
Y al salvaguardar así la libertad reproductiva de cada mujer, la Constitución también protegía “la capacidad de las mujeres de participar en igualdad de condiciones en la vida económica y social [de esta nación]”. Pero ya no. A partir de hoy, sostiene este Tribunal, un Estado siempre puede obligar a una mujer a dar a luz, prohibiendo incluso los abortos más tempranos… Después de hoy, las mujeres jóvenes llegarán a la mayoría de edad con menos derechos que los que tenían sus madres y abuelas”.
Ni libres ni iguales. Así de claro.
Inmediatamente pensé en las personas que prestaban servicios de aborto y que tuvieron que dejar de trabajar en ese momento, porque las leyes de implementación de da decisión se aplicaron en sus estados en el mismo momento en que se anuló Roe. Pensé en sus pacientes que tuvieron que marcharse, confusas y ansiosas, todavía embarazadas y no queriendo estarlo, y tratando de averiguar sus opciones mientras el reloj sigue corriendo.
Pensé en el personal de Jackson’s Women’s Health, la única clínica que quedaba en Mississippi – conocida como la Casa Rosa- que siguió adelante a pesar de ataques. La clínica que estuvo en el centro de la decisión que anuló Roe, pero ahora siguen trabajando, porque la ley de Mississippi que prohibirá todos los abortos en el estado sólo entrará en vigor 10 días después de que el fiscal general del estado emita la certificación. Esa certificación se produjo el 27 de junio. El personal ha sufrido un aluvión de acoso y piquetes de manifestantes cristianos evangélicos aún más intenso de lo habitual, pero seguirán atendiendo a los clientes hasta el último momento. Saben del impacto devastador que tendrá esta prohibición en muchas personas de Misisipi, un estado con uno de los peores índices de mortalidad materna del país, y donde las mujeres negras mueren en el parto a un ritmo tres veces superior al de las mujeres blancas. La mayoría del Tribunal escuchó estas evidencias, pero no ha hecho caso.
En algunos aspectos, estamos en un lugar muy diferente al que estábamos en 1973. Ahora tenemos píldoras abortivas, un método seguro, eficaz e indetectable para gestionar el propio aborto. Más de la mitad de los abortos en Estados Unidos son ya “abortos con medicamentos”. ¿Qué pasaría si todas tuviéramos píldoras abortivas a mano, para usarlas cuando las necesitemos o pasarlas a familiares y amigos que las necesiten? AidAccess.org enviará por correo las píldoras abortivas a quien quiera tenerlas en su botiquín para esa eventualidad. No hace falta estar embarazada.
Seguramente, entonces, las perchas son cosa del pasado. Me gustaría esperar que así sea, pero no dejo de preocuparme por aquellas que no tendrán los recursos o la capacidad de entrar en Internet y pedir píldoras abortivas. Adolescentes o personas con bajos ingresos que no tienen tarjeta de crédito ni computadora. Las que tienen una pareja abusiva o las que no tienen casa, que no tienen privacidad o una dirección para recibir las píldoras por correo. Las mujeres encarceladas. Sobre todo, el 60% de las mujeres de Estados Unidos que aún no saben que las píldoras abortivas son una opción. Tenemos que hacer mucho más para apoyar a aquellos que están haciendo correr la voz sobre las píldoras abortivas y que las están distribuyendo.
He leído y releído las 213 páginas de Dobbs. La opinión mayoritaria del Tribunal es idéntica al borrador que se filtró el mes pasado: aterradora en sus implicaciones. Afirma que si un derecho no estaba mencionado, explícitamente, en la Constitución o no estaba ampliamente reconocido a mediados del siglo XIX (“profundamente arraigado en la historia y la tradición de la nación”), no tienes suerte pues no tendrás ese derecho.
Un aspecto de la argumentación de Alito en el que no me había fijado al principio, ahora me molesta mucho: el juez escribe que restringir el derecho al aborto no es una discriminación basada en el sexo. Has leído bien.¿Cómo podría NO ser una discriminación por razón de sexo? Después de todo, la derecha católica y evangélica sostiene que todas las diferencias entre hombres y mujeres tienen su origen en la biología. Dado que, en su opinión, las mujeres (y sólo las mujeres) tienen útero y pueden quedarse embarazadas, prohibir un procedimiento que sólo necesitan las mujeres es una discriminación basada en el sexo, ¿verdad?
Para apoyar su extraña afirmación, Alito se basa en la opinión emitida por el juez Antonin Scalia en el caso Bray v. Alexandria Women’s Health Clinic en 1993. Según Scala, en Bray, los y las manifestantes antiabortistas que bloquearon el acceso a la clínica de abortos de Alexandria no estaban motivados por un sentimiento anti-mujer. Estaban motivados por su deseo de rescatar a los no nacidos. “…Los manifestantes definen sus “rescates” no con referencia a las mujeres, sino como una intervención física ‘entre los abortistas y las víctimas inocentes’…” En las opiniones de Scalia y Alito, los protagonistas de la decisión son los proveedores de abortos, sus oponentes y el feto. Las mujeres no figuran en esta ecuación y por esa razón que no se trata de una discriminación por razón de sexo. Vaya.
No hay ninguna Enmienda de Igualdad de Derechos en la Constitución de EE.UU. que prohíba la discriminación de las mujeres. De hecho, no hay ninguna mención a las mujeres. Siento esa ausencia, profundamente.
Con Dobbs, como señalé el mes pasado, el juez Samuel Alito y sus colegas de extrema derecha hacen algo más que acabar con el derecho al aborto, por muy grave que eso ya sea. También destripan el derecho a la privacidad, que se había incorporado a la Constitución de EE.UU. bajo la doctrina del “debido proceso sustantivo” a lo largo de décadas de jurisprudencia. Decisiones que han protegido el derecho de las personas casadas a utilizar métodos anticonceptivos, y el derecho de las personas de tener relaciones sexuales o casarse con alguien del mismo sexo, entre otros derechos.
Aunque la mayoría de la Corte afirma, de forma inverosímil, que Dobbs no tiene relación con esos derechos, el juez Clarence Thomas, en su opinión separada pero concurrente ya anunció su intención de ir más allá a la primera oportunidad:
“…en futuros casos, deberíamos reconsiderar todos los precedentes de este Tribunal sobre el debido proceso sustantivo, incluidos Griswold [anticoncepción], Lawrence [relaciones entre personas del mismo sexo] y Obergefell [matrimonio entre personas del mismo sexo]. Debido a que cualquier decisión sobre el debido proceso sustantivo es “demostrablemente errónea”,… tenemos el deber de “corregir el error” establecido en esos precedentes. Después de anular estas decisiones manifiestamente erróneas, quedaría la cuestión de si otras disposiciones constitucionales garantizan los innumerables derechos que nuestros casos de debido proceso sustantivo han generado.” [mis comentarios entre paréntesis]
La autonomía corporal; el control sobre la sexualidad, la reproducción y el género; las decisiones sobre la maternidad, la crianza de los hijos, el matrimonio y las relaciones familiares… todo está ahora como en suspenso en Estados Unidos. El Estado puede entrometerse, y esta Corte defenderá esa intromisión siempre que se ajuste a su visión de la “tradición y la historia”.
La Corte Suprema de Estados Unidos está ahora controlado por la extrema derecha cristiana y católica, y esos jueces tienen prisa por rehacer el derecho constitucional. Para ilustrar eso, unos días más tarde, el 27 de junio, en el caso Kennedy contra el Distrito Escolar de Bremerton, el Tribunal declaró que el entrenador de fútbol de un instituto podía dirigir a los alumnos en la oración en el campo durante un partido escolar, poniendo patas arriba toda otra área de la legislación estadounidense.
Esa visión teocrática sustenta el vitriolo de Alito hacia Roe y Casey. Y numerosos jueces de otros niveles de la judicatura son de la misma persuasión – resultado de la larga campaña de la derecha, respaldada y ejecutada por el Partido Republicano, para tomar los tribunales estadounidenses. Hoy tenemos 6-3 para la derecha católica y cristiana en la Corte Suprema de los Estados Unidos
Dada esa postura teocrática, la mayoría conservadora en su descarada opinión, afirmó plenamente las opiniones religiosas que la sustentan. Los jueces Breyer, Sotomayor y Kagan lo señalan, claramente, en su disenso:
“Por el contrario, la mayoría se enorgullece de no expresar una opinión “sobre el estatus del feto”, (alineándose con la postura de Roe y Casey de no decidir si se trata de vida o de vida potencial). El alejamiento de la mayoría de las decisiones Roe y Casey se basa, en cambio – y solamente en eso – en si la decisión de una mujer de interrumpir un embarazo implica algún interés de libertad de la Decimocuarta Enmienda (frente a la cual Roe y Casey equilibraron el interés del Estado en preservar la vida del feto)”.
La mayoría de la Corte no necesitó declarar que la vida comienza en la concepción y que el feto es una persona, porque otros se encargarán de hacerlo. Breyer, Sotomayor y Kagan señalan que, dado que la mayoría del Tribunal hizo un gran alarde por haber devuelto la regulación del aborto a los legisladores del nivel estadual, puede esperar que alguien declare que el feto es una persona. Los estados controlados por los republicanos ya se han puesto manos a la obra: cinco estados han presentado un proyecto de ley en ese sentido en 2022. Las implicaciones para los derechos de las mujeres y las personas embarazadas son asombrosas. Y si los republicanos vuelven a tomar el Congreso y la Casa Blanca, sin duda intentarán aprobar la “Enmienda de la Vida Humana” que se ha introducido regularmente desde 1973, y buscarán prohibir los abortos en todo el país desde el momento de la concepción.
¿Y ahora qué? Incluso mientras la confusión, el caos y la ansiedad desatados por Dobbs nos envuelven a muchos de nosotros, los grupos sobre el terreno están proporcionando atención, apoyando a las personas embarazadas para que accedan a los servicios, y asumiendo casos legales a nivel estatal. Y es crucial apoyarlos finaciera y políticamente.